Cada mañana amanece más tarde y los días comienzan a ser más cortos. Entre los pequeños gustos del otoño están escuchar música en pantuflas, leer un buen libro en la cama, dedicar un domingo a disfrutar del sol y su calor tenue. Todos esos pequeños lujos son potenciados cuando podemos disfrutar de la compañía de las partículas misteriosas del calor, que Chavela Getrudiz desea, con atiborrado cariño, sea el factor predominante del invierno.
Sin mayores preludios, y dejando la palabra a quienes saben hacer uso de la misma, esta servidora les deja un fragmento de "El Libro De Los Abrazos", "Amares" de Eduardo Galeano, quien dice....
"Nos amábamos rodando por el espacio y éramos una bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando caìa, suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se quedaba, aquella bolita que éramos ella y yo; y desde el fondo de la ensalada vislumbrábamos el cielo. Nos asomábamos a duras penas a través del tupido follaje de las lechugas, los ramajes del apio y el bosque de perejil, y alcanzábamos a ver algunas estrellas que andaban navegando en lo más lejos de la noche".
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